Industria 4.0: ¿cuarta revolución industrial?

Durante los últimos meses hay un término que se repite una y otra vez en cada ponencia, debate o foro que tenga relación con el mundo económico y empresarial: Industria 4.0. Ese término está brillando con luz propia y está consiguiendo que olvidemos otro de los términos de moda: “Cloud”. Ambas palabras son lo que en el mundo del marketing se conoce como hypes, es decir, la exageración de un concepto sin importar ni conocer lo que hay detrás, con el objetivo de crear una imagen y necesidad del mismo en los individuos. Tenemos muchos ejemplos recientes de hypes: Industria 4.0, Big Data, Cloud Computing, IoT… y podemos dar buena cuenta de este fenómeno en el famoso “ciclo hype” de Gartner.

 
El término Industria 4.0 lo acuñó el Gobierno Alemán como una etiqueta más dentro de su “programa de digitalización”. Podía haber sido cualquier otro: industria inteligente, avanzada, conectada…. Sin embargo, le añadieron un número detrás, y hay algo en el término que está pervirtiendo incluso fundamentos de nuestra historia contemporánea, como es el hecho de asociar Industria 4.0 con la “cuarta revolución industrial”.

 
Hablando en términos históricos, una revolución industrial comporta una sucesión de acontecimientos trascendentales para la humanidad que afectan no solamente a la producción y consumo, sino también al modelo energético y el orden económico y social. Resulta comúnmente aceptada la existencia de dos revoluciones industriales de las que se han derivado fenómenos tan significativos como el éxodo urbano, el proletariado, el capitalismo, la máquina de vapor, el uso del petróleo, la electrificación, el avión, el automóvil… Existe también una visión introducida en 2006 por Jeremy Rifkin sobre la presencia actual de una tercera revolución industrial, sustentada en el uso de la Informática e Internet, las energías renovables y la economía colaborativa por poner algún ejemplo. No cabe duda que la suma de estos conceptos sí comporta cambios extraordinarios para la humanidad que afectan tanto a la producción como al modelo energético y derivan en un nuevo orden económico, político y social. Debatiremos por tanto si estamos inmersos o no en la tercera revolución industrial, pero ¿hablar de una cuarta? ¿Qué aporta el término Industria 4.0 a la propuesta del Dr. Rifkin? La respuesta es evidente: Nada. El propio Rifkin publicó en enero un ensayo sobre el error que supuso utilizar el término en el Foro Económico Mundial de Davos.

 
Analicemos el concepto “Cloud” (la nube). Simplificando, ese concepto se utiliza para designar a los servicios publicados en Internet accesibles desde cualquier lugar, algo que se logra utilizando estándares de comunicación que no nos atan un dispositivo ni a una ubicación determinada (el ordenador de la oficina). Pongamos por ejemplo el correo electrónico, donde tradicionalmente hemos usado un programa configurado en el ordenador para poder utilizarlo. Pronto surgió la necesidad de acceder al correo desde cualquier lugar y apareció el webmail (acceso mediante un navegador al correo electrónico). El webmail es en esencia un servicio Cloud de correo electrónico. Pues bien, el primer webmail de la historia data de principios de los noventa, es decir esta “novedosa tecnología Cloud” tiene 25 años. Entonces, ¿qué es lo que ha cambiado? Como he dicho antes el término es un hype una necesidad exagerada en los individuos de que absolutamente todo sea “Cloud”, todo esté accesible desde cualquier lugar y cualquier dispositivo sin importar realmente el uso que se haga del servicio. ¿Tiene esto sentido? En algunos casos sí, en otros resulta una aberración.
De modo análogo y de nuevo simplificando, la Industria 4.0 supone la puesta en valor de tecnologías que poco tienen de novedosas, para intercomunicar los sistemas de plantas industriales y hacerlos accesibles desde otras ubicaciones con otros dispositivos, aprovechando además la ingente cantidad de información que generan y que tradicionalmente se desecha. ¿Tiene esto sentido? En algunos casos sí, en otros resultará una aberración que pondrá en riesgo sistemas productivos y que podrá afectar a la integridad de las personas.

 
Lo que resulta de vital importancia es destacar el hecho de que la implantación del “Cloud”, Big Data, Internet de las cosas, incluso de la Industria 4.0 (utilizando los términos de moda, aunque propiamente podríamos hablar de modernización tecnológica de la industria) supondrá importantísimas ventajas competitivas en los casos que sea aplicable, y que para poder pilotar y desarrollar adecuadamente este tipo de proyectos se deberán incorporar necesariamente las capacidades del cuerpo profesional más relevante en toda esta revolución: la Ingeniería Informática. Lo realmente llamativo es que las empresas que confían en la Ingeniería Informática, hace tiempo que ya han implementado con éxito estas soluciones, y otras de las que todavía no se habla. La estrategia del Gobierno Alemán se basa precisamente en extender el éxito de la modernización tecnológica donde ya se ha producido, a todo el tejido industrial, y separando el grano de la paja, este es el enfoque relevante del asunto.

 

(Este artículo lo publiqué en un medio escrito en verano de 2016)

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